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viernes, 7 de marzo de 2008

La cátedra que los pueblos indígenas de Jalisco nos están dando


La cátedra que los pueblos indígenas de Jalisco nos están dando
JORGE ROCHA
La jornada Jalisco
7marzo08



Los indígenas nos han dado lecciones de solidaridad y resistencia Foto: ARTURO CAMPOS CEDILLO Frente a la aberrante y discriminante idea de que los Pueblos Indígenas son atrasados e incultos por definición, en el momento presente podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que los indígenas de Jalisco nos están dando una cátedra de la resistencia, de la lucha organizada y de la dignidad.

La semana pasada hice una lista de los conflictos sociales que tenemos en la entidad. Los primeros que aparecían en el conteo eran los problemas relacionados a territorios y zonas indígenas, a saber: la resistencia del pueblo wirárika (huichol) frente a la construcción de una carretera que va de Huejuquilla a Bolaños, en el norte del estado, cuyo trazo atraviesa por en medio zonas ceremoniales de los huicholes; la lucha del pueblo coca de Mezcala por volver a tener el control de la isla de Mezcala, su posición crítica frente a los proyectos de desarrollo turístico y la recuperación de territorios comunales producto de la invasión de un empresario tapatío; y la resistencia del pueblo nahua, en Ayotitlán, frente a los desastres ecológicos y de recursos naturales causados por la minera de Peña Colorada, en el sur de Jalisco.

Más que hacer un recuento de los hechos y dar pormenores de cada uno de estas resistencias, ampliamente documentados en La Jornada Jalisco, el objeto de este artículo es recuperar las lecciones que los pueblos originarios de estas tierras nos hacen al resto de los pobladores de Jalisco.

La primera lección: organización y solidaridad. Los tres pueblos en cada una de sus luchas han mostrado una enorme capacidad de tomar acuerdos, de discutir y consensar las acciones a realizar, de asignar responsabilidades compartidas y de poner a la mayoría de los integrantes de las comunidades en la misma sintonía y en una visión común en torno al diagnóstico de los problemas y en la forma de resolverlos. Cuando somos testigos del plantón huichol en la sierra, del foro sobre el despojo y la exclusión en Mezcala, o de la toma de las herramientas de trabajo de las empresas constructoras en Ayotitlán, no podemos dejar de admirar la acción colectiva de los indígenas. En los tres casos es la comunidad la que se declara en lucha y resistencia, no son lo individuos en lo particular. Pero además hay una clara conciencia que cada uno debe poner su parte, su colaboración y que es precisamente la acción coordinada y solidaria la que genera mayor impacto y eficacia. Han aprendido a lo largo de la historia que sólo la comunidad garantiza la sobrevivencia y una vez más muestran al resto que los cambios y las transformaciones sociales sólo se logran cuando hay colectivos que las empujan. Son los sujetos sociales los que posibilitan y hacen viable la transformación de la sociedad. En un contexto como el actual plagado de individualismo, los pueblos indígenas nos muestran una vez más que los sujetos colectivos son más eficaces en el largo plazo.

La segunda lección: la acción y la estrategia. Los pueblos originarios de Jalisco también nos muestran que para cambiar las cosas hay que actuar. Además de las declaraciones y la presencia en la opinión pública, los pueblos indígenas saben que sólo con acciones contundentes y firmes es posible la resistencia. En ninguno de los casos hay violencia, pero si una posición firme frente a sus demandas. Ante lo que muchos piensan, los pueblos diversifican sus estrategias y van más allá de las acciones no-violentas de resistencia y movilización social. Acompañan sus procesos de lucha con la acción jurídica y mediática, utilizan los instrumentos del Estado para su defensa, traducen sus demandas en lógica de derechos humanos y respeto del medio ambiente, hacen vinculaciones con otras luchas sociales, hacen análisis social, recuperan información, están atentos a la coyuntura, generan espacios de interlocución con los distintos niveles de gobierno, es decir, hacen de sus luchas y resistencias una acción integral y estratégica, considerando además un valor agregado; la paciencia histórica.

La tercera lección: la conceptualización del desarrollo. En todos los casos mencionados los pueblos nahua, wixárika y coca han cuestionado nuestra concepción de progreso y desarrollo. Su experiencia les ha dicho que no todo lo que se plantea como avances lo es. Han puesto en tela de juicio nuestras teorías de cómo se combate la pobreza y cuál es el modelo de vida que debemos de seguir. Hay una enorme claridad de que una carretera puede ser símbolo de desarrollo, pero también de destrucción; de que hay valores y procesos sociales que están por encima de la generación de la riqueza; que poner en manos de agentes externos el propio desarrollo es condenarse a la dependencia futura; que los procesos económicos no pueden atentar contra la sustentabilidad ambiental. Nos demuestran una vez más que la autonomía ha sido la condición de posibilidad de su existencia. Pero aún con estas claridades dialogan con las visiones occidentales, permiten la interculturalidad y reconocen los valores de la cultura mestiza.

La cuarta lección: la dignidad y autodeterminación. Los pueblos indígenas de Jalisco nos enseñan en sus luchas, que el desarrollo no sólo tienen que estar acorde con sus aspiraciones y deseos, sino que además ellos deben ser los protagonistas del mismo. De nada sirve que los proyectos turísticos queden en manos de empresarios y agentes externos o que las carreteras sirvan para los de fuera y no para la comunidad. Si hay beneficios y ganancias, éstas deben ser en primer lugar para las propias comunidades. Poca autonomía tendrán si estos proyectos lo único que les ofrece en un sueldo asalariado que le ofrecerá un patrón de fuera. En esta misma línea resalta la dignidad mostrada frente a los evidentes abusos de parte de políticos y empresarios. Su respuesta frente a documentaciones falsas o juicios amañados es notable y loable. También han asumido y aceptado la solidaridad externa, pero con la plena conciencia que los protagonistas de los procesos son ellos mismos.

Estas reflexiones tienen como pretensión, no sólo que seamos solidarios con todas estas luchas y resistencias, sino que aprendamos un poco de cómo se van construyendo las transformaciones sociales de forma colectiva, inteligente y autónoma en la acción y el pensamiento. Todavía tenemos mucho que aprender, hay que mirar su experiencia, finalmente llevan más tiempo aquí que nosotros.

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